Hace unos días se me vino a la mente un tema que, estoy convencida, resulta vital para todos los ejercicios del ser humano: La integridad. Según la RAE ésta se define como el adjetivo calificativo de una persona que es recta, proba, intachable, por lo que vendría a ser una virtud visto desde la filosofía de Platón y desde nuestra perspectiva, una competencia profesional necesaria para ser exitosos en la vida. ¿Pero, por qué deberíamos ser íntegros? ¿Mejoraría el mundo si nuestro fin fuese alcanzar la integridad, o mejor aún cambiaríamos como sociedad y país si el objetivo de nuestra educación fuera formar personas íntegras en vez de personas empleables? Estas son interrogantes que también se han planteado personas como Cesar Bona, un maestro español elegido como uno de los 50 mejores profesores del mundo por el Global Teacher Prize, o más conocido como el Premio Nobel de los profesores. Uno de los supuestos de Bona es que se debe educar para la vida, es decir, el fin debería ...
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